
Para algunos espectadores, la proyección de Un importante preestreno de Santiago Calori figura entre los recuerdos más placenteros del 17º BAFICI. Por eso este mismo público celebra -celebramos- el anuncio de exhibición en la sala 1 del Centro Cultural San Martín los viernes y sábados de este septiembre, a partir del próximo 18.
El co-fundador de la revista La Cosa reconstruyó con una justa combinación de sensibilidad y sentido del humor el pasado reciente de la distribución, exhibición y censura cinematográficas en la Ciudad de Buenos Aires. Básicamente utilizó dos materias primas: documentación histórica, por ejemplo la foto que ilustra esta reseña, y el testimonio de investigadores, coleccionistas, distribuidores, exhibidores, cinéfilos que se destacan en otros rubros: Daniel Melero, Bobby Flores, Guillermo Hernández.
Calori explota al máximo el conocimiento y la buena predisposición de los entrevistados mencionados y de otros como Fernando Martín Peña, Axel Kuschevatzky, Alejandro Sammaritano (hijo del gran Salvador), Hernán Gaffet, Raúl Manrupe, Bernardo Zupnik, Cristian Sema, el titulero (además de niño prodigio y conductor televisivo) Claudio María Domínguez. Emocionan especialmente las intervenciones del entrañable Fabio Manes, que falleció en enero pasado, y de Pascual Condito, que en abril de 2013 comunicó su decisión de dejar de distribuir cine nacional para luego anunciar su regreso a la actividad (menos mal).
El realizador supo combinar datos duros y anécdotas de tal manera que la crónica resulta tan enriquecedora como entretenida y emotiva. Dicho sea de paso, la ausencia de solemnidad aparece anunciada en el subtítulo del film: Una historia oral e improbable de la cinefilia porteña: del arthouse al grindhouse.

El documental le dedica un espacio central al ejercicio de la censura estatal. Son desopilantes algunas de las historias en torno a la figura del higiénico Miguel Paulino Tato y sobre las estrategias que distribuidores y exhibidores implementaron para luchar contra prohibiciones y tijeretazos. El montaje de Wenchi Bonelli y Laureano Rizzo imita con sorna aquellas mutilaciones en teoría destinadas a preservar el buen gusto, la moral y la salud mental de los argentinos.
Además de homenajear a la cinefilia porteña entre los años sesenta y ochenta, Un importante preestreno le rinde tributo a la memoria colectiva, a la reconstrucción histórica que puede hacerse a partir de la consulta a distintas fuentes especializadas. Sin dudas, el hecho de contar con el aporte de tantos referentes de calidad hace a la solidez del film.
Una advertencia antes de terminar… La transcripción de la leyenda «Manes not dead» entre los créditos finales corre serios riesgos de producir un nudo en la garganta a los seguidores del co-conductor del ciclo Filmoteca.
—————————————————————————————————————————————————————-
Contenido complementario
BAFICI 2015. Balance