C
Ó
D
DA VINCI
G
O
Cuando pienso en El código Da Vinci, pienso en cruces. O, como diría mi abuela, me hago cruces. O pongo cruces, de ésas que sirven para tachar. O, hablando en singular, le hago la cruz.
Y cuando veo el póster de la película en la calle, inmediatamente me cruzo de vereda. Y cuando intentan convencerme de las bondades del libro de Dan Brown, me cruzo de brazos. O me cruzo a secas, y andá a bancarme el mal humor.
O se me cruzan las siguientes equaciones:
Dan Brown x Ron Howard = ?
Cristo x best seller x Hollywood = ?
Opus Dei x marketing = ?
De todo esto surge -supongo- el acróstico de más arriba. Es que… Insisto: cuando pienso en El código Da Vinci, sólo pienso en cruces.