Menos mal que el poster original muestra claramente un anular. De lo contrario, correríamos el riesgo de ver ese otro dedo, el agente del gesto provocador, burlón, irreverente por antonomasia, y en ese caso interpretaríamos que La joya de la familia no es la comedia-romántico-navideña-políticamente-correcta que aparenta ser, sino una parodia tan burda como el mismísimo fuckyou dactilar.
Y del anular y el mayor pasamos al índice, y nos convertimos en una mano acusadora que señala…
… la indecisión de Thomas Bezucha.
De hecho, su película empieza relatando con humor las desventuras de una mujer tensa, fría, prejuiciosa, republicana que pretende acceder en tanto esposa/nuera/cuñada al seno de una familia cálida, demócrata, gay friendly, y termina concentrándose en las preocupaciones de una señora madura que, arrinconada por un cáncer terminal, desea ver a todos sus hijos felizmente en pareja.
… el auto-encasillamiento de Sarah Jessica Parker.
Obtiene un papel como el de la fruncida Meredith Morton (la aspirante a esposa/nuera/cuñada), y sin embargo su mirada, su andar, su locución, su vestuario no dejan de remitir a la desenfadada Carrie Bradshaw de Sex and the city.
… la inconsistencia actoral de Dermot Mulroney.
¿O deberíamos hablar de su consistencia en términos de madera?
… la obviedad de ciertos recursos narrativos.
1.- Por si quedaban dudas sobre lo inadecuada que resulta Meredith para su prometido Everett, había que contrastarla con la bella, espontánea y acertada Julie Morton (para colmo de males, hermana de la desafortunada protagonista).
2.- Por si quedaban dudas sobre lo conservadora y limitada que resulta Meredith, hacía falta una cena familiar donde se debatiera el origen de la homosexualidad y sus implicancias en la sociedad actual.
3.- Por si quedaban dudas sobre la corrección política del film, Thad Stone debía ser sordo además de gay. Presten atención: ambas ¿discapacidades? (noooo, ¡simples características del personaje!) no le impiden ser el preferido de su madre.
En La joya de la familia también actúan la siempre impecable Diane Keaton y la alguna vez prometedora Clare Danes. Sin embargo, ambas sufren el aplastamiento de un film sentencioso, cursi, soso y aburrido. Por todo esto, después del anular, del mayor, del índice, no queda más que sacar el pulgar… y bajarlo.